Por unas cuantas semanas, se me había hecho rutina recorrer el sendero donde estaba el nido de Halcón Peregrino.
Levantarse aun de noche, buscar al grupo de amigos para llegar antes de que salga el sol, andar las lomas hasta llegar al arroyo y seguirlo hasta la pared de piedra donde se ubicaba el domicilio de la pareja y sus tres pichones.
Con los párvulos ya crecidos y ocupando gran parte de la escasa superficie del balcón, costaba un poco encontrar a los padres, perchados seguramente en alguna saliente del barranco.
Luego empezaba la ceremonia de verlos volar hasta una rama cercana, acicalar sus plumas y estirar sus alas, pues cazar palomas a la velocidad que lo hacen, no es algo que se hace sin la debida preparación.
En esta oportunidad, el que hacía el estiramiento ya era uno de los pichones, antes de salir a patrullar la zona en compañía de sus padres para conseguir el desayuno.
Cuando llegaba la mitad de la mañana, el bochinche de los que iban a hacer trekkin marcaba la hora de desandar el camino para volver a casa.
A mano alzada, apenas recorte para componer y revelado en Lr.
Muchas gracias por visitar y comentar mis fotos!