Primeras horas de la tarde, con mi esposa disfrutabamos la vista del Lago Escondido sentados en la pedregosa orilla sobre un tronco caído. Un buen mate nos acompañaba en esta bella escena.
De la nada aparecio desde el sur, la Remolinera, que exploraba la orilla alimentndose. Paso frente a nosotros como si no estubieramos alli.